Es la práctica de incluir y dar participación a grupos y colectivos minoritarios, pero solo de manera simbólica y superficial. El término es un neologismo que proviene del inglés, idioma en el que token significa ‘símbolo‘. En español, se escribe en minúscula y redonda.
El tokenismo es una práctica discriminatoria, justamente porque su fundamento radica en evitar acusaciones de prejuicio y discriminación. Se quiere aparentar diversidad, y no se pretende lograr una integración real que abogue por la justicia social. En este sentido, en español sería equivalente a «falsa inclusión» o «falsa diversidad».
Por otro lado, esta práctica no soluciona los problemas de exclusión. En cambio, los acentúa y perpetúa. Básicamente, el objetivo es cumplir con políticas, con cupos o con las expectativas de un grupo de personas.
El tokenismo se puede dar en todos los ámbitos, como en la empresa privada, en los cargos gubernamentales, en la educación, en muestras de arte, en premios literarios, en la industria del cine o en cualquier otro.
Si bien el término surgió en los Estados Unidos en el contexto de los derechos civiles y la lucha contra el racismo, en la actualidad, se aplica también a otros grupos históricamente rezagados. Entre ellos, colectivos de mujeres, personas con discapacidad, migrantes o personas de la diversidad sexual y de género.
Por ejemplo, hay empresas que, para cumplir con políticas inclusivas, contratan a una persona con discapacidad. Sin embargo, no se hacen esfuerzos por eliminar barreras para cumplir mínimamente con los ajustes razonables. Lo mismo sucede cuando se decide poner a una mujer en un puesto de responsabilidad solo por cumplir una cuota y no por sus capacidades.
Por último, el tokenismo también se conoce como florerismo, inclusión simbólica o participación simbólica. No obstante, estos términos no expresan la carga negativa y discriminatoria que esta práctica implica.