¿Qué nos dice esto? No hay dudas de que una serie de hablantes está mostrando su disconformidad con la manera en la que la lengua española representa la realidad. La búsqueda de cambios sociales y culturales está activa, e inexorablemente esto atañe también al lenguaje, como nuestro modo de expresión y código compartido. La letra ❛e❜ se muestra como estrategia disruptiva que pone de manifiesto un problema de injusticia y de desigualdad de género en la sociedad. Y lo cierto es que ni la Asociación de Academias ni ninguna gramática normativa pueden prescribir los distintos usos del lenguaje, por el simple hecho de que cada persona es dueña de sus propias palabras y libre de hacer las elecciones que considere pertinentes según su intención comunicativa, con los matices creativos y dialécticos que desee implementar.
Hay mucho que no sabemos, y solo el tiempo nos dirá si la letra ❛e❜ como marca de un género neutro es un recurso retórico que pasará de moda, si quedará relegada a determinados grupos sociales o si es un paso hacia la reconfiguración del sistema lingüístico actual. Lo que sí sabemos es que está presente en la sociedad y en los discursos de jóvenes y representantes sociales. Como dijo la escritora María Teresa Andruetto en el cierre del Congreso de la Lengua Española en 2019, en relación con la falta de discusión sobre el lenguaje inclusivo en las mesas de diálogo y debate:
«Claro que no sabemos, y menos puedo saber yo qué sucederá en el largo plazo. Si ese lenguaje que viene a irrumpir se estabilizará en la lengua y en tal caso de qué modo. Si ingresará y de qué manera a nuestras literaturas, pero sabemos de su uso y expansión en ciertos sectores sociales, especialmente urbanos y en jóvenes de cualquier género, y vemos cómo impregna y permea los usos públicos, periodísticos y políticos. Y entonces resulta asombroso que no se haya incluido siquiera una mesa de discusión sobre algo que está moviendo los cimientos de nuestras sociedades».