El término salud intercultural se refiere a la complementariedad de los sistemas de salud públicos oficiales con la medicina tradicional. Como toda característica de interculturalidad, se requiere horizontalidad entre ambos sistemas. Es decir, el reconocimiento y el respeto por la cosmovisión de los pueblos indígenas y tribales, sus prácticas y concepciones de las enfermedades y formas de sanación vigentes en sus comunidades.
A la vez, es una garantía para el acceso a los servicios de salud con enfoque diferencial, que atiende a las particularidades socioculturales y geográficas. Cada pueblo mantiene sus creencias y prácticas únicas en lo referente a la salud, entendida generalmente como el resultado de relaciones armoniosas del ser humano consigo mismo, con la familia, con la comunidad y con la Pachamama. En este sentido, el concepto de salud supone trascender al individuo y proyectarse a la comunidad, lo que resulta en una forma única de interpretación de la enfermedad, del dolor y de la muerte. Además, entre otras cosas, determina formas diversas de prevención y curación de las enfermedades, de mitigación o eliminación del dolor, de restitución del equilibrio y de prolongación de la vida.
En América Latina, existen diferentes iniciativas orientadas a la promoción de la salud intercultural, consignadas en leyes secundarias y programas gubernamentales. Gracias a ello o a las iniciativas puestas en marcha en algunos centros de salud, el parto vertical, por ejemplo, ha llegado a ser una práctica aceptada. También hay casos de especialistas indígenas y tribales que trabajan en coordinación con los sistemas de salud públicos. Aun así, se sigue denunciando la discriminación hacia las creencias y prácticas indígenas, que, en ocasiones, provocan denuncias y persecución de mujeres y hombres medicina.
Referencias:
Consultas de MODII: recuperado del diálogo en entrevistas en profundidad.
Consultorsalud (2015). Sistema Indígena de Salud Propia SISPI y Habilitación de EPSI.
Enzo Pistacchio (2006). Modelos de Salud Intercultural.
Créditos de fotografía a Brenda Stutsky