«La huella de carbono es la medida de la cantidad total exclusiva de emisiones de dióxido de carbono (CO2) que está directa e indirectamente causada por una actividad o se acumula a lo largo de las etapas de la vida de un producto» (Wiedmann y Minx, 2008).
Este es un término de uso frecuente, tanto para la prensa como en el mundo de las organizaciones de la sociedad civil. Se ha viralizado también en el mundo empresarial, y son muchas las compañías que han adoptado políticas internas para su medición y reducción. Es común, por ejemplo, encontrar productos o servicios neutros en carbono; es decir, varias empresas cuentan con programas de neutralidad respecto del carbono y llevan adelante acciones para compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero. Esta compensación suele darse a través de la inversión en proyectos de reforestación o educación ambiental, por ejemplo.
A menudo, este término se confunde con huella ecológica o con huella ambiental, pero es importante recalcar la diferencia entre estos indicadores, dado que cada uno mide un impacto ambiental distinto.
Referencias:
Informe anual de la Junta Ejecutiva del mecanismo para un desarrollo limpio a la Conferencia de las Partes en calidad de reunión de las Partes en el Protocolo de Kyoto (2018), Convención Marco sobre el Cambio Climático, Katowice.
Ministerio para la Transición Ecológica, Guía para el cálculo de la huella de carbono y para la elaboración de un plan de mejora de una organización, España (2019).
Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo, al Comité Económico y Social Europeo y al Comité de las Regiones relativa a la revisión intermedia del Sexto Programa de Acción Comunitario en Materia de Medio.
Sostenibilidad para Todos. Claves para entender la huella de carbono.
Encuesta y grupos focales consultados para la elaboración de este reflexionario.
Créditos de fotografía a yampi