Se trata de información adaptada a la edad, al contexto y a las capacidades de cada persona. La finalidad es que pueda tomar decisiones sobre temas relacionados con el cuerpo, la salud, la sexualidad y la reproducción.
Las personas con discapacidad son seres sexuados y tienen derecho a gozar de su salud y de sus derechos sexuales y reproductivos, como todo el mundo. Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas, las personas jóvenes con discapacidad tienen intereses y preocupaciones similares a las de la juventud sin discapacidad. Sin embargo, tienen menos acceso a información y a medios para tener una vida sexual plena, segura, satisfactoria y saludable.
El acto de decidir se puede hacer de manera autónoma o mediante la toma de decisiones con apoyos. En ambos casos, se respeta el derecho a la capacidad jurídica y a la igualdad de reconocimiento ante la ley.
2. Porque evita reproducir mensajes con estereotipos y hace frente a la discriminación. Los estereotipos son visiones sesgadas, simplificadas o exageradas sobre personas o grupos humanos.
La comunicación inclusiva ayuda a cambiar la mirada y a nombrar desde el respeto y la empatía. ¿Un ejemplo concreto? Se pueden crear campañas y programas inclusivos, que mejoren la comprensión y la visibilidad de la sexualidad en las personas jóvenes, incluidas aquellas con discapacidad. Mejor aún si se le suma un enfoque interseccional y de género.
3. Porque pone el tema sobre la mesa. Ayuda a nombrar con precisión. Visibiliza los desafíos y las problemáticas. Aporta a la hora de reconocer derechos. Al día de hoy, se siguen reproduciendo discursos peligrosos y perniciosos para la integridad y el bienestar de las personas con discapacidad. Analicemos el siguiente mensaje de la vida real:
«No veo nada de malo en esterilizar a las mujeres discapacitadas. Mis abuelos temían que mi tía fuera violada en el hogar en el que residía, entonces decidieron esterilizarla. ¿Quién se hubiese hecho cargo de un bebé si quedaba embarazada?».
La cita es tan cruda que cuesta entender por dónde comenzar a reflexionar, pero intentémoslo. En primer lugar, ningún procedimiento médico debería realizarse sin el consentimiento o asentimiento de la persona en cuestión.
Es necesario incorporar servicios y brindar información para evitar que se realicen procedimientos médicos coercitivos, como la esterilización, la anticoncepción o los abortos forzados. Sí. También a las mujeres con discapacidad.
Por otro lado, de ninguna manera la justificación para realizar estos procedimientos sin el consentimiento de la persona puede ser una violación o agresión sexual.
¿Cómo podemos temer más a un embarazo que a una violación? Entendemos que, lamentablemente, estas situaciones pasan y afectan especialmente a las mujeres y jóvenes con discapacidad. El UNFPA afirma «la esterilización de mujeres con discapacidad en instituciones como medio para encubrir el abuso sexual (o para prepararse para lo que es visto como un abuso sexual inevitable) se ha registrado en instituciones de todo el mundo».
Sin embargo, el hecho de que esas prácticas nocivas sucedan no puede dar lugar a que las normalicemos. Tampoco pueden servir como justificativo para realizar procedimientos médicos forzados.
¿Qué proponemos desde MODII?
Celebrar la diversidad, siempre. Que cada persona, con o sin discapacidad, pueda vivir su sexualidad de manera libre, plena y saludable. Que la información sobre salud sexual y reproductiva le llegue a todo el mundo. Que cada derecho se haga efectivo.