La expresión fue usada por primera vez en los años setenta en los EE. UU. por la segunda ola del feminismo para dar visibilidad a la prevalencia de la violencia sexual y su normalización en la sociedad estadounidense. Se entiende como una manifestación clara del patriarcado y la misoginia, que permea las sociedades en la máxima expresión de apología a la violencia sexual.
Es un entramado de prácticas sociales que normaliza conductas que tienen que ver con la violación. Claros ejemplos de la cultura de la violación pueden percibirse en manifestaciones culturales, desde la publicidad, el cine y la televisión, que promueven la idea popular de que los hombres tienen derecho sobre los cuerpos de las mujeres.
Así mismo, se manifiesta en el tratamiento que se da a las mujeres que sufren la violencia sexual, cuando se las acusa, revictimiza y culpa por las agresiones que sufren, lo que se conoce como culpabilización de la víctima.
En años recientes, la idea de la cultura de la violación se ha posicionado en los medios de comunicación en España tras el caso mediático conocido como «La Manada», donde 5 hombres violaron a una chica de 18 años durante Los Sanfermines en Pamplona. El caso movilizó a grandes sectores de la sociedad que, liderados por el movimiento feminista español, se manifestaron a favor de la víctima y en contra de un sistema de justicia patriarcal que en una primera instancia negó la gravedad de la agresión.
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