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Plano del hombro de una persona que sostiene una carpeta médica. En segundo plano, hay dos personas sentadas que apoyan los antebrazos en las piernas.

¿Y qué tienen que ver las emergencias con la comunicación inclusiva?

Por: Evelyn Vallejo Salcedo*

Tanto la violencia doméstica como la violencia sexual se incrementan después de una emergencia o un desastre. Así lo han demostrado estudios globales de diferentes agencias humanitarias.

Así mismo, existen contextos críticos que favorecen la incidencia de la violencia de género: los desplazamientos forzados, las crisis prolongadas que ocasionan movimientos poblacionales y los conflictos armados. 

Estas violencias no suceden en el vacío y, por el contrario, reflejan las profundas desigualdades de nuestros territorios. 

Además, afectan de manera desproporcionada a ciertas poblaciones: mujeres, menores de edad y adolescentes, personas LGBTIQ+, personas con discapacidad y personas de orígenes diversos. Personas, en fin, que, en la mayoría de contextos, desafían a la norma. 

Algunas de estas emergencias y crisis tienen sus orígenes en fenómenos climatológicos. Pero, independientemente de su causa, se exacerban por acciones humanas que impactan negativamente al medio ambiente. 

En otros casos, se configuran por dinámicas sociales y políticas que afectan a ciertos colectivos. Ejemplo de ellas son el sobrecalentamiento global y la migración, respectivamente. 

Partiendo de lo anterior, en las emergencias se debe reconocer la importancia de una comunicación inclusiva. En el ámbito institucional, en materia de comunicación pública y difusión de nuestras acciones. 

Pero también como parte de nuestro imperativo humanitario. Es decir, como un enfoque central en la manera en que interactuamos con las comunidades antes, durante y después de las emergencias y los desastres. 

Aquí propongo entonces dos niveles que podrían parecer distintos. En todo caso, deben ser complementarios para llegar a los objetivos de una comunicación realmente inclusiva en el actuar humanitario. 

Y es que si bien, no somos garantes de derechos, es nuestro deber encaminar nuestras acciones en todo momento a la exigibilidad de los mismos. Las necesidades de la gente y sus derechos guían nuestra función. Y esto debería permanecer así.

Esta reflexión nace de leer el último Informe mundial sobre desastres 2020En el documento se reporta que, en el año mencionado, 50 millones de personas se han visto afectadas por desastres. 

En todo caso, la información que se les brinda no siempre figura en formatos accesibles. Por ejemplo, carece de ayudas auditivas o visuales. 

Adicionalmente, muchos mensajes se elaboran en un idioma y se traducen a otros. Sin embargo, la traducción no le hace justicia a un lenguaje escrito inclusivo que le hable a la diversidad por la cual trabajamos.

La reflexión sobre acciones transformadoras en el ámbito humanitario, que está pasando actualmente por conceptos tan valiosos como la localización, debe ser profunda. Y debe incluir un análisis de nuestra comunicación pública, institucional y comunitaria. 

¿Está ella, o no, a la par de las luchas legítimas por la visibilización de las personas que se ven desproporcionadamente afectadas en las emergencias en las cuales actuamos?

*En 2021, MODII facilitó el curso Comunicación inclusiva, parte 1. Se escogieron los mejores trabajos finales para publicarlos en esta página web y reconocer el esfuerzo de cada estudiante y la calidad de sus textos. Para MODII es un orgullo crecer en comunidad.