La marginalización o marginación se refiere a las situaciones en que las personas mayores son relegadas de los espacios de interacción social y la vida en comunidad. Es un fenómeno estrechamente relacionado con el aislamiento, aunque suele asociarse más con una dimensión económica.
Cuando las personas mayores ven reducidas sus fuentes de ingreso, su acceso a créditos o sus oportunidades laborales o adquieren condiciones de dependencia, pueden estar más propensas a la pobreza. Este es uno de los mayores riesgos que ocasiona la marginalización.
Contextos como la profunda desigualdad y la debilidad en los sistemas de protección social y de salud que se viven en América Latina contribuyen a agravar este fenómeno. Así, quienes han vivido situaciones de pobreza y violencia económica a lo largo de la vida, tendrán altas probabilidades de vivirlas también en la vejez. En casos extremos, esa marginalización podría conducirles incluso a habitar la calle.
Pero incluso en sociedades con sistemas de protección más avanzados, como España, también hay personas mayores que se encuentran en situaciones de marginalización, en ocasiones institucionalizada. Esto ocurre porque sus familias no cuentan con los recursos para brindar los cuidados necesarios en casa.
También situaciones como las pandemias, los desastres o las guerras causan efectos desproporcionados en las personas mayores, particularmente en aquellas que están en condiciones de desventaja. Por ejemplo, mujeres, personas con discapacidad o quienes no tienen mecanismos de protección social adecuados (CEPAL, 2022).
El informe de la Relatora Especial de Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con discapacidad, presentado en 2019, señala cómo existen retos particulares de la marginalización en la última etapa de la vida. Establece que «las personas de edad con discapacidad están sometidas en mayor medida a la pérdida de poder, la denegación de la autonomía, la marginación y la devaluación cultural. Además, también son más propensas al aislamiento social, la exclusión, la pobreza y los abusos» (Naciones Unidas, 2019).
Ahora bien, encontrarse en estas situaciones no significa que las personas mayores empobrecidas y marginalizadas solo sean sujetos de recepción de asistencia, bienes y recursos. Deben reconocerse en el conjunto de la ciudadanía y como agentes de transformación de sus propias realidades. La relatora señala que para hacer esto posible, los Estados deben desarrollar medidas concretas que aseguren la participación en igualdad de condiciones para todas las personas. Esto incluye a las personas mayores con discapacidad.
«Los viejos no somos vulnerables, estamos vulnerabilizados por distintos factores» (Consulta de MODII en América Latina, 2023).
Referencias:
CEPAL (2022). Envejecimiento en América Latina y el Caribe. Informe para el cuarto examen y evaluación del Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento. Naciones Unidas.
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