El adultismo es la manera en que se manifiesta y se perpetúa el adultocentrismo. Es decir, esta relación asimétrica y desigual de poder que existe entre las personas adultas y las infancias, adolescencias o juventudes.
El adultismo abarca conductas, comportamientos, acciones y expresiones que ponen en duda o soslayan los derechos, las capacidades y la autonomía de la población no adulta.
Algunos ejemplos de adultismo son los siguientes:
Ignorar las opiniones de las infancias y juventudes.
La negación del control sobre el cuerpo, el espacio y las posesiones de las infancias.
Subestimar las aportaciones de las juventudes.
Falta lenguaje claro en las políticas públicas en temas que atañen a la niñez y a las juventudes.
Castigos verbales y físicos hacia las infancias y juventudes.
Es importante transmitir mensajes libres de adultismo para dar valor a las personas jóvenes por lo que ya son y para celebrar sus contribuciones a la sociedad.