La colaboración intergeneracional se define como el trabajo conjunto entre dos o más generaciones para conseguir objetivos comunes.
Por su parte, en el movimiento feminista, se entiende como la colaboración entre niñas, mujeres jóvenes, mujeres adultas y mujeres mayores en pro de objetivos y reivindicaciones comunes. Se respeta la experiencia y experticia de cada generación, la oportunidad de aprendizaje mutuo y la necesidad de asociarse para alcanzar metas compartidas.
En esta colaboración intergeneracional, hay dos tipos de relaciones que cobran relevancia: el diálogo y la solidaridad. Ambas son particularmente relevantes al hablar de personas mayores y derechos humanos.
En primer lugar, el diálogo intergeneracional se refiere a los escenarios de escucha e intercambio que se dan entre dos o más generaciones. En ellos se reconocen las habilidades, trayectorias y experiencias de cada persona o grupo etario, y se identifican las oportunidades de aprendizaje. Es decir, es una relación bidireccional o multidireccional, donde la edad no representa una jerarquía en sí misma.
Tradicionalmente, el diálogo intergeneracional sucede en comunidades que tienen espacios de construcción colectiva de conocimiento y de aprendizaje de oficios. También sucede en familias donde nietas y nietos comparten con sus abuelas y abuelos. Sin embargo, también se pueden dar en espacios formales, diseñados intencionalmente con metodologías participativas que permitan el encuentro entre personas de distintas generaciones.
Por último, la solidaridad intergeneracional se refiere a la responsabilidad que asumen las personas de distintas edades en el presente en relación con las personas que vivirán en el futuro.
El término surgió en 1997, cuando la UNESCO adoptó la Declaración de las Responsabilidades de las Generaciones Actuales con las Generaciones Futuras. La solidaridad intergeneracional está tradicionalmente asociada a la sostenibilidad de las formas de vida, de producción y de consumo actuales. Todas ellas pueden afectar la disponibilidad de recursos y el bienestar de los seres humanos que nacerán en los próximos años. También incluso a quienes ya han nacido y que, cuando crezcan y se hagan personas mayores, verán los efectos de las decisiones que se tomaron previamente y en las que no tuvieron posibilidad de intervenir.
Actualmente, el envejecimiento poblacional ha evidenciado la necesidad de reformular las relaciones y la solidaridad intergeneracional. Esto con el fin de que las personas que hoy realizan aportes a los sistemas de protección social, puedan recibir sus ahorros cuando lleguen a la edad de jubilación.
Hay autores que llevan el concepto de la solidaridad a un mayor nivel de responsabilidad y hablan incluso de justicia intergeneracional (Semplici, Stefano). Esto es para señalar la urgencia de ajustar políticas que consideren el ejercicio de los derechos humanos a lo largo del curso de vida, para todas las personas de hoy y mañana.
Referencias: