La Real Academia Española define a la vulnerabilidad como la «cualidad de vulnerable». Es vulnerable la persona o entidad que puede ser herida o recibir lesión, física o moralmente.
Para la Federación Internacional de la Cruz Roja (FICR), la vulnerabilidad puede definirse como «la capacidad disminuida de una persona o un grupo de personas para anticiparse, hacer frente y resistir a los efectos de un peligro natural o causado por la actividad humana, y para recuperarse de los mismos».
El grado de vulnerabilidad depende de múltiples factores físicos, emocionales, económicos, sociales y políticos. Asimismo, estos factores afectan la capacidad para resistir y hacer frente a peligros y circunstancias adversas reales, y el hecho de poder recuperarse.
Por su parte, la vulnerabilidad ambiental se refiere a la disminución en el grado de resistencia del ambiente, de un sistema o de un componente del sistema frente a efectos adversos. Estos pueden ser fenómenos naturales, como terremotos, erupciones volcánicas o ciclones, o de origen antropogénico, como el calentamiento global o la deforestación.
Con el fin de monitorear y medir los procesos que afectan el desarrollo sostenible de los países, la Comisión de Geociencias Aplicadas de las Islas del Pacífico y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente desarrollaron el Índice de Vulnerabilidad Ambiental (Environmental Vulnerability Index, EVI). La finalidad es justamente identificar y abordar los problemas que afectan la sostenibilidad de una región.
En todas sus formas, la vulnerabilidad es un concepto relativo y dinámico que se relaciona de manera inversa con la resiliencia social y la capacidad de adaptación (Longhurst, 1994, pág. 20.2).
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