El techo de cristal es una metáfora acuñada en los estudios de género para referirse a la existencia de barreras invisibles a las que se enfrentan las mujeres a la hora de abrirse paso en su carrera profesional y, especialmente, al progresar hacia puestos de mayor responsabilidad.
La invisibilidad de estas barreras hace que sea difícil identificar y explicar su existencia y que sus consecuencias se atribuyan a características individuales de las mujeres que las sufren, en vez de a desigualdades y prejuicios estructurales.
El origen de la expresión viene de un artículo en el periódico estadounidense The Wall Street Journal del año 1986 sobre mujeres ejecutivas.