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Mutilación genital femenina

(Female genital mutilation)

Una hoja de afeitar sobre una sábana blanca. La sábana está arrugada y tiene algunas manchas.

Es un procedimiento mediante el cual se extirpan parcial o totalmente los órganos genitales femeninos externos o se causan otras lesiones a los órganos genitales de la mujer, sin que exista una razón médica o sanitaria que lo justifique. Generalmente, la práctica busca reprimir la sexualidad femenina. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha identificado los siguientes cuatro tipos de mutilación genital femenina. El tipo I y el II son los más utilizados:

Tipo I. Clitoridectomía. Remoción parcial o total del clítoris o del prepucio.

Tipo II. Escisión. Remoción total o parcial del clítoris y de los labios menores, con o sin la extirpación de los labios mayores.

Tipo III. Infibulación. Estrechamiento de la abertura vaginal y creación de un sello para cubrirla. Este se compone del tejido de los labios menores o mayores que se corta y se vuelve a colocar. La infibulación puede incluir la escisión del clítoris.

Tipo IV. Cualquier otro procedimiento que cause lesiones a los órganos genitales femeninos y que no tenga ningún fin médico: punción, perforación, incisión, raspado o cauterización.

En algunas culturas, la mutilación genital femenina se considera un rito de transición o un requisito para contraer matrimonio. Tanto, que las familias la practican para conservar su honor o por temor a ser marginadas.

Este procedimiento constituye una práctica nociva, una violación a los derechos humanos de las niñas y las mujeres, y tiene graves consecuencias para su salud física y mental (CDN, CEDAW, 2014). Por ejemplo, en el corto plazo, pueden producirse dolores, traumatismos, úlceras en la zona genital y sus alrededores, hemorragias, problemas para orinar e, incluso, la muerte. En el largo plazo, puede producir anemia, quistes, abscesos, tejido queloide, daño a la uretra, desórdenes menstruales, coito doloroso, disfunción sexual, mayor riesgo de transmisión del VIH/sida, infecciones y complicaciones durante el parto, fístula obstétrica, entre otros. También puede conllevar desordenes de conducta en las niñas, desconfianza en sus cuidadoras o cuidadores, depresión o ansiedad. 

Algunas personas utilizan también las expresiones circuncisión de la mujer o ablación genital femenina para referirse a esta prácticaSin embargo, no se recomienda su uso: por una parte, circuncisión femenina da la idea de ser un procedimiento equivalente a la circuncisión masculina, pero en realidad son prácticas muy diferentes, con objetivos e implicaciones distintas en la salud física y mental de las niñas y mujeres. El término circuncisión no transmite la gravedad del acto de la mutilación y el hecho de que es una violación a los derechos humanos de las mujeres y las niñas. 

Por otra parte, hacia finales de los noventa, algunos sectores empezaron a utilizar el término ablación genital femenina como eufemismo ante el término mutilación. No obstante, desde un enfoque de derechos humanos, el término convenido y el que se recomienda utilizar es mutilación genital femenina.

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