Ocurre cuando una persona adulta utiliza a una niña, un niño o una/un adolescente para la estimulación sexual propia o de alguien más. Abarca todos los intercambios sexuales en los que la niña, el niño o la/el adolescente no da o no puede dar su consentimiento, independientemente de si entiende que estas acciones son de carácter sexual o si no las rechaza. La persona que comete el abuso puede ser desconocida o conocida, e incluso puede pertenecer al círculo familiar de la víctima.
Una persona adolescente también puede abusar sexualmente de una niña o de un niño. Esto sucede cuando existen diferencias significativas de edad, de desarrollo o de tamaño, o cuando se aprovecha con intención de estas diferencias.
La mayoría de los abusos sexuales se dan dentro de relaciones de confianza, dependencia, autoridad o poder. La asimetría de poder puede estar establecida por la edad, por la situación de privilegio de la relación (por ejemplo, personas al cuidado de niñas, niños y adolescentes) o por la diferencia sobre el conocimiento de la sexualidad y los derechos.
Por otra parte, en varias legislaciones, el abuso sexual contra niñas, niños y adolescentes está tipificado como un delito y se castiga con penas mayores cuando hay circunstancias que lo agravan. Por ejemplo, cuando existe acceso carnal o cuando la víctima no tiene la capacidad de resistir.
En la actualidad, se registran cada vez más casos de abuso sexual en línea contra niñas, niños o adolescentes. Esto comprende desde las formas de abuso sexual facilitadas por las tecnologías de la información y comunicación (TIC), como el grooming en línea, hasta el abuso sexual que se comete en otros lugares y que luego se divulga repetidamente en línea mediante imágenes o videos.