La longevidad se refiere a la superación de la expectativa de vida. Ocurre cuando la duración de la vida en una persona o en una sociedad es más larga en comparación con otras. Además, la longevidad depende del contexto; por ejemplo, una persona con síndrome de Down puede ser longeva si ha superado los 60 años de vida.
La longevidad se asocia con una buena salud y una calidad de vida óptima que han permitido esa prolongación. Está influenciada por diversos factores, como la genética, el estilo de vida, la nutrición, el ambiente, la actividad física, el acceso a la atención médica, entre otros aspectos.
En las últimas décadas, se ha producido un aumento significativo en la longevidad en el ámbito global. Esto se debe a los avances en la ciencia y la medicina, así como a mejoras en las condiciones de vida y el acceso a la atención médica.
Una mayor longevidad, sumada a la disminución en las tasas de natalidad, han provocado un envejecimiento poblacional en Iberoamérica. Esto presenta retos para el sostenimiento futuro de los sistemas de protección social. Sin embargo, es importante señalar que «el problema no es la longevidad, sino la falta de preparación de las personas, la sociedad y el Estado para el envejecimiento activo» (Baca & Vega, 2018).
(Romeo, 2022)
«Todos queremos ser mayores, pero nadie quiere ser viejo» (Consulta de MODII en España, 2023).