Es una metáfora utilizada por la autora Gema Lienas en su libro El diario violeta de Carlota. Consiste en mirar el mundo de forma crítica desde una perspectiva de género para identificar las desigualdades entre hombres y mujeres.
Tras la publicación del libro en 2001, la frase se ha popularizado entre la prensa y los colectivos feministas. En su libro, la autora define el concepto como: «nueva manera de mirar el mundo para darse cuenta de las situaciones injustas, de desventaja, de menosprecio, etc., hacia la mujer. Esta nueva mirada se consigue cuestionando los valores androcéntricos, es decir, valores que se dan por buenos vistos desde los ojos masculinos» (pág. 164, edición 2013).