La fragilización es un proceso que se da en las etapas más avanzadas de la vejez, en el que las funciones fisiológicas y, en algunos casos, mentales de algunas personas se deterioran. Pueden aparecer enfermedades crónicas y darse situaciones de discapacidad o dependencia, sin que esto signifique que todas las personas mayores estén enfermas o en situación de fragilidad. Sin embargo, es un hecho que produce una pérdida de la fortaleza física o mental que se pudo tener en otros momentos de la vida.
Cuando las personas mayores se encuentran en situaciones de fragilidad y dependencia siguen siendo sujetos de derechos y las protagonistas de sus propias vidas. Es decir, mantienen su derecho a decidir, y deben respetarse su autonomía y voluntad.
En ocasiones, a las personas fragilizadas se les vulnera su derecho a la intimidad, a la privacidad, al honor y al respeto de la imagen personal. Esto ocurre, por ejemplo, cuando son tratadas sin consideración en los espacios que les brindan cuidados, ya sean familiares o institucionales. Por esto, se reafirma que «los derechos y deberes de las personas no prescriben ni con la fragilidad, la dependencia o la discapacidad» (Consulta de MODII en España, 2023).
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