Persona con diversidad funcional
(Person with functional diversity)
Es una persona que, para realizar algunas funciones, usa formas alternativas a las de la mayoría de la población. Por ejemplo, una persona sorda usa la lengua de señas para comunicarse, en lugar de las palabras y el oído, como lo hace la población oyente. O las personas con parálisis cerebral usan sillas de ruedas, que cumplen la misma función de desplazamiento de la población que usa las piernas para cumplir esta actividad.
Esta forma de autorreconocimiento valora la riqueza de la diversidad humana y las múltiples posibilidades que tenemos de ser y estar. Con ella, se busca cambiar la idea de déficit, limitación y restricción que persiste en el lenguaje, sin desconocer que «las mujeres y hombres con diversidad funcional son diferentes, desde el punto de vista biofísico, de la mayor parte de la población. Al tener características diferentes, y dadas las condiciones de entorno generadas por la sociedad, se ven obligados a realizar las mismas tareas o funciones de una manera diferente, algunas veces a través de terceras personas» (Palacios & Romañach, pág. 108).
Sin embargo, hay organizaciones y personas con discapacidad que están abiertamente en contra del uso de este término por considerar que no reivindica las necesidades y aspiraciones concretas de las personas con discapacidad. Argumentan que, al intentar usar un lenguaje más inclusivo, se termina por no señalar las exclusiones a las que se enfrentan y las luchas de este colectivo. Pues en últimas, todas las personas funcionamos de forma diferente y tenemos diversas capacidades, con o sin discapacidad (Plena Inclusión, 2017).
Referencias:
Palacios, A., & Romañach, J. (s.f.). El modelo de la diversidad. La Bioética y los Derechos Humanos como herramientas para alcanzar la plena dignidad en la diversidad funcional. España: Ediciones Diversitas -AIES.
Plena Inclusión. (23 de junio de 2017). Posicionamiento de Plena inclusión sobre Terminología.
Créditos de fotografía a Andrey_Popov