Las residencias de larga estadía son espacios donde viven de forma permanente quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad social o con algún grado de dependencia. Allí les brindan la atención y los cuidados que necesitan, desarrollan las actividades de la vida diaria y viven en comunidad con más residentes y el personal a cargo. Las personas que no pueden autosostenerse o a quienes no pueden cuidar integrantes de su familia ni personal capacitado en sus propios lugares de vivienda suelen usar las residencias de larga estadía.
Tienen un origen arraigado en la caridad y en las instituciones benéficas, y anteriormente se les llamaba ancianatos o geriátricos. La movilización del activismo, la academia, las organizaciones de personas mayores, sus familias y redes de apoyo, así como los cambios en las regulaciones y políticas han permitido modificar el enfoque de los servicios que prestan. Se ha buscado desmontar los prejuicios negativos que persisten sobre las personas que usan estos centros y eliminar cualquier maltrato que puedan sufrir.
Con el tiempo, se han transformado en centros de cuidados permanentes que incorporan cada vez más un enfoque de derechos humanos, de atención integral y centrada en la persona. Tienden a promover la salud integral y el bienestar biológico, psicológico y social de las personas mayores. Se han dado importantes transformaciones, especialmente en España. Sin embargo, las organizaciones de personas mayores siguen llamando la atención para que se logre una verdadera articulación entre las distintas partes involucradas en el cuidado. Piden garantizar que:
- se respetan los derechos de las personas mayores;
- se considera su voluntad al momento de tomar decisiones que las afectan;
- se disminuyan los efectos del desarraigo y el aislamiento.