Toda persona que, por diversos motivos y en distintas circunstancias, se traslada fuera del lugar donde reside habitualmente. Esto puede ser dentro de un país o al cruzar una frontera internacional, de manera temporal o permanente.
Esta definición se construye sobre la base del término genérico migrante, de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), y que no está definido en el derecho internacional. La palabra migrante busca ser inclusiva de inmigrante y emigrante, para eliminar así la referencia geográfica y concentrarse en el aspecto de la movilidad.
A pesar del intento de inclusividad del término migrante, desde un enfoque de derechos y cuando sea posible, ciertos sectores prefieren la utilización de persona migrante para destacar que trasladarse de un lugar de residencia habitual no corresponde a una característica personal, sino a una circunstancia que puede modificarse o no en el tiempo. En esta misma línea, se busca compensar la carga negativa que puede tener este término, sobre todo en algunos lugares, como en las zonas de frontera receptoras de flujos migratorios. Allí, se comienzan a atribuir comportamientos y características de la personalidad a estigmas asociados a la nacionalidad o al lugar de origen.
En un intento aún mayor de que las personas no queden deshumanizadas detrás de términos que no dan cuenta de las dinámicas históricas y sociales que representan, otros sectores de la sociedad civil hispanohablante apuestan por el uso de la expresión persona en movilidad humana en lugar de migrante. De cualquier modo, como han advertido algunos grupos profesionales para quienes el lenguaje es su herramienta de trabajo, el hecho de pretender reemplazar un solo término por una expresión demasiado larga puede resultar confuso o poco práctico e, incluso, excluyente.
La elección del término persona migrante, además de no tener marca de género, intenta disminuir un poco esa tensión, sin que se invisibilice el hecho de ser migrante y de las implicaciones de serlo. Otros términos incluidos en este reflexionario captan mejor las vulnerabilidades y los riesgos a los que puede estar expuesta una persona en el proceso migratorio. Por otro lado, y desde la acepción positiva del genérico migrante, se intenta destacar la decisión de migrar como una oportunidad de ejercer el rol de agencia que tienen todas las personas.
En Uruguay, por ejemplo, se ha comenzado a hablar de nuevos vecinos, incluso desde el arco político, para referirse a todas las personas migrantes, sin distinción de estatus migratorio, motivo de llegada al país o nacionalidad. Por otro lado, en Argentina, diversos colectivos migrantes se autodenominan como la migrantada, como una cuestión política y de reivindicación, de búsqueda de lazos comunes y acciones conjuntas.