El feminismo hegemónico, también conocido como feminismo blanco o feminismo de la segunda ola, es considerado el feminismo «tradicional». Se centra en las mujeres blancas, urbanas, de clase media o alta, principalmente de los EE. UU. y Europa, como molde único de mujer donde las otras deben encajar.
El prototipo de mujer para esta corriente del feminismo es el de la ama de casa estadounidense aburrida con su vida doméstica, descrito en la Mística de la Femineidad de Betty Friedan, una de las obras claves de esta corriente del feminismo. Este centra su apuesta política y reivindicativa exclusivamente en el concepto de género, ligado a la diferencia entre hombres y mujeres, a las que define como un grupo homogéneo, con intereses comunes y una misma fuente de opresión.
Así pues, el feminismo hegemónico busca acoger a todas las mujeres bajo una identidad compartida e impuesta (europeo-norteamericana y, además, blanca, urbana, de clase media o alta). De esta forma, desconoce, ignora o critica a aquellas identidades que se encuentran fuera de este modelo hegemónico.
Aunque esta corriente del feminismo tuvo un carácter innovador y marcó profundamente la historia del movimiento feminista de Occidente, se basó en mecanismos de exclusión que perpetúan relaciones de poder sobre la mayoría de las mujeres del mundo.