El binarismo de género es una construcción social que parte de la idea de que solamente existen dos géneros en las sociedades, femenino y masculino. Estos corresponden al sexo que se asigna a las personas al nacer.
Es decir, si alguien nace con un aparato reproductor femenino, se le asigna el sexo mujer y se espera que su género sea femenino. Si alguien nace con un aparato reproductor masculino, se le asigna el sexo hombre y se espera que su género sea masculino. Mediante esta práctica y este sistema de organización jerárquica, se presupone que todas las personas deben clasificarse o ser clasificadas.
En la actualidad, muchas sociedades continúan considerando la división hombre-mujer como modelo de organización social. Cualquier persona que no se sienta identificada con su sexo asignado al nacer se considera que experimenta una patologización.
A pesar de ser una construcción social generalizada, existe constancia de que en el siglo XVIII ya existían sociedades que no se regían por este sistema binario, como la napolitana. En la actualidad, hay un debate abierto sobre la limitación y el carácter estricto de este sistema social y las consecuencias que supone para las personas que no se sienten identificadas con este.